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El virus del virus

Posted in Uncategorized with tags , , , , on abril 27, 2009 by Adolfo
Volante GDF

Volante GDF

Como en los tratados académicos de comunicación virtual, viralmente se ha expandido el tema del virus de la influenza en internet.

Desde los sitios dedicados a la literatura hasta el célebre Youtube.com, sin olvidar los blogs personales, académicos, científicos y los foros de discusión en internet, el tema hoy es el virus de la influenza y todo aquello que esté relacionado: expansión, medidas sanitarias pertinentes, origen, desarrollo, consecuencias, disparates, bromas, canciones, especulaciones sin sentido, especulaciones con sentido, etc.

Todo un mundo de palabras y culturas encerrado en un diminuto objeto orgánico que ya es parte de nuestra cultura social y hasta global.

Porque de lo que no podemos dudar es que éste evento se perfila como el primer caso de epidemia global del siglo XXI – y en lo que a la historia se refiere, el primer caso de epidemia que puede tener consecuencias directas en la vida de toda la especie humana.

Suena casi apocalíptico pero sea que el contagio se contenga o no, el caso es que la OMS y todas las organizaciones de salud pública del mundo, están haciendo sus pininos en la detección, diagnóstico, manejo y solución de epidemias globales a partir de lo que vivimos ahora.

A nivel cultural, la propagación del virus crea una imagineria aparentemente compleja pero que se reduce a una sola figura conceptual: el otro como portador del contagio y eventualmente hasta de la muerte misma. El otro, esa figura abstracta, engañosa y elusiva que está cotidianamente con nosotros: el compañero de oficina, el servidor público, el dependiente del autoservicio, el chofer del taxi y en última instancia nosotros mismos. Nuestra propia yoidad como vehículo (vessel) de una enfermedad potencialmente fatal.

Al menos en México la información oficial fluye con cierta rapidez y con oportunidad: el mismo hecho de que desde el jueves en la noche se tomasen las primeras medidas de contención indica que en ésta ocasión nuestra idiosincrática propensión al «orita» quedé relegada. Me pregunto si el presidente o el jefe de gobierno (alcalde, gobernador) de la ciudad de México están concientes de que serán sus decisiones en relación con éste brote epidémico las que marquen su lugar en la historia de éste país.

En cualquiera de los casos, el virus de la propagación de la epidemia ya es un invitado más a la mesa de los eventos culturales decisivos en nuestras sociedades.